Capítulo 2

¡Revela el NIÑO/A que escondes en ti!

Pero, por desgracia, las inseguridades y los miedos no son un privilegio exclusivo de los tutores/as adultos. Los niños/as también son seres humanos y -de hecho- bastante vulnerables y dependientes del carácter y los planteamientos de comportamiento de su protector. En consecuencia, la perspectiva de cooperar con sus tutores/as en alguna actividad deportiva puede asustarles un poco y plantearles múltiples cuestiones inquietantes, como:

  • Expectativas: Todos hemos pasado por ello. La infancia es sin duda un gran periodo de la vida, en el que se protege, apoya y descarga a los menores de grandes responsabilidades y tareas. Se supone que se centran en desarrollar su cuerpo y su mente, formar su personalidad y forjar su carácter. Entonces, ¿es siempre una etapa ligera y despreocupada? La respuesta es no. Los niños/as suelen estar agobiados por el estrés y el sentido de la responsabilidad de cumplir las expectativas de sus tutores/as, que vigilan y observan sus progresos, presentar resultados satisfactorios -¡si no magníficos! – y recibir su aprobación. Y tener una buena actuación en el campo de deportes pertenece exactamente a la misma categoría y se vuelve aún más estresante cuando el tutor no sólo está presente, sino que realmente participa en la actividad. ¡Qué pesadilla para la mente de un niño!

El antídoto mágico – PROMOVER EL APOYO: Una vez más, es el momento de cambiar el punto de mira y desviar cualquier sentimiento negativo o temor. Es importante utilizar la actividad deportiva conjunta para promover el apoyo mutuo entre los niños/as y sus tutores/as, para que ambos comprendan que cualquier resultado es fruto de su esfuerzo conjunto y que la única expectativa que ambos deben tener es disfrutar del tiempo que pasan juntos, estrechar aún más sus lazos y apreciar los beneficios del deporte en su salud física y mental. La aceptación, la comprensión y el respeto deben ser sus banderas y la decepción y el fracaso deben ser enviados ¡noqueados!

  • Excesiva intervención: Qué mandones pueden llegar a ser los tutores/as y quién no lo ha experimentado siendo niño. Ahora, imagina que este poder excesivo de los tutores/as se traslada al entorno seguro de una actividad deportiva, especialmente cuando los tutores/as desempeñan un papel casi igual al de sus hijos/as y se les invita a cooperar en el mismo equipo o por el mismo objetivo. Al ser figuras de autoridad, los tutores/as no suelen poner límites a su comportamiento y tienden a anular las decisiones de sus hijos/as, a juzgarlos y a ser condescendientes. No se guardan su opinión y en ocasiones incluso intentan imponerla sobre la parte débil: el niño. Esta presión provoca inevitablemente un estrés adicional al niño, que acaba sufriendo en lugar de disfrutar de su tiempo.

El antídoto mágico: ESTABLECER LÍMITES: Aquí entra en juego la verdadera autoridad, que no es otra que el entrenador, el preparador físico o cualquier otro deportista encargado de la actividad. De esa persona se espera que defina los papeles de todos los implicados, mantenga cierto equilibrio entre ellos y garantice la creación de un entorno lúdico seguro, libre y sin trabas para todos. Con respeto y consideración, no sólo deben contrarrestar cualquier forma de presión que pueda causar alguna frustración al niño (miedo, ansiedad, presión, insatisfacción), sino también prevenir estos incidentes en la mayor medida posible.

  • Reflejo del comportamiento: Nos educan con la idea de que de niños/as somos el reflejo de nuestros tutores/as, su imagen en el espejo. Esta idea a veces nos carga de ansiedad (o incluso de culpa) cuando nuestros tutores/as se comportan de una manera que, como mínimo, no es halagadora. Y eso PUEDE ser un problema cuando hablamos de FFS. Acostumbrados a la autoridad y al poder, cooperando con sus hijos/as en un ambiente relajado y no formal mientras practican alguna actividad deportiva, así como compitiendo con la autoridad real de este contexto (a saber, el entrenador o el preparador físico), los tutores/as pueden caer en conductas de juicio inconvenientes hacia el resto de los actores: niños/as, entrenador/as, otros tutores/as, etc. ¿Cómo debe reaccionar el niño? ¿Debe apoyar a su tutor (que es su protector, su cuidador/a, su fuente y objetivo de amor y dependencia)? ¿O debe oponerse y exponer a su tutor? ¿Qué esperamos realmente de ellos? ¿Cómo podemos liberarles de esta ansiedad?

El antídoto mágico – APARTE A LOS INDIVIDUOS: Una vez más, esto está en manos de la persona responsable. Es crucial abordar una situación de este tipo de forma que tranquilice al niño y le haga saber que no hay consecuencias contra él por las acciones de otra persona. Que el comportamiento del entrenador hacia el niño o el papel del niño en el equipo no se ven afectados negativamente por el paso en falso de su tutor. Pon al tutor en su sitio, establece tus límites dentro del equipo y continúa la interacción con todos -especialmente con el niño implicado- como si nadie más se hubiera visto afectado por el incidente. Seguro que sería una buena y útil lección para ambas partes: ¡adultos y niños/as!